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Rayadura: poemas misántropos e imprecación varia

Monroy

Hace dos días un par de sujetos no identificados asesinaron al profesor de karate José Luis Monroy Rico. Fundador de la escuela Shinya, ramaje de la técnica Shotokan Karate-Do, cabe agregar que fue mi maestro desde que me acuerdo.

A través de la disciplina marcial, enseñaba a evitar la violencia, a alejarse de problemas, a solucionar hablando. No concibo el orden del mundo cuando un hombre que se dedicó por entero (40 años de enseñanza en 57 de vida) a este propósito, muera de esta manera cobarde. No es la muerte que un hombre como él merecía.

La primera contradicción del mundo llegó para mí el día en que ése hombre me dijo que el karate sirve para no usarlo. Por dios, ¿para qué aprendemos a romper brazos y gargantas si no podemos usarlo cuando se necesita? Pues precisamente porque podemos es que no debemos.

Y en esas palabras empieza para mí la conciencia.

Su muerte me deja sin reconciliación posible con el hombre. A partir de hoy nada de tregua. La especie no vale nada. Todos los hombres valiosos han muerto.

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